Si fuera estudiante hoy, interactuar con LLMs de última generación sería casi como hacer trampa. Esta mañana hice una foto aleatoria de la pizarra y le pedí a ChatGPT-5.2-Pro que me explicara el contexto, la solución y algunos comentarios al margen sobre el famoso teorema de Chevalley sobre conjuntos constructibles. Lo que recibí fue un informe notablemente profundo, que sintetizaba material de alta calidad sobre geometría algebraica extraído de todo internet. Esto plantea una pregunta seria: ¿cuál es el verdadero esfuerzo y desafío para los estudiantes hoy en día? El coste es sin duda un factor, pero una vez que se dispone de acceso a estos modelos, ¿cómo se puede aprender en esta tierra de abundancia, donde explicaciones, referencias y exploración interactiva son instantáneamente accesibles? Quizá la lucha ya no sea obtener información o incluso entender argumentos individuales, sino desarrollar el juicio: saber qué preguntas hacer, qué explicaciones confiar, cómo reconocer la profundidad frente a la superficialidad plausible y cómo interiorizar las ideas en lugar de simplemente consumirlas. En un entorno donde las respuestas abundan, la verdadera dificultad puede estar en formar el gusto, la intuición matemática y la capacidad de navegar —en lugar de ahogarse— en este repentino exceso de conocimiento.