El IQ importa, pero no es la única habilidad cognitiva que importa. Una de las más importantes es la habilidad cuantitativa y un nuevo artículo explora sus orígenes genéticos e impactos. Los autores (incluyendo a @eawilloughby) realizaron un GWAS para identificar variantes genéticas que están asociadas con (1) la habilidad matemática autoinformada de las personas y (2) la clase de matemáticas más alta que han tomado. Esta medida de habilidad cuantitativa autoinformada se encontró asociada con 53 variantes dispersas a lo largo del genoma (en la imagen de abajo). Generalmente, estas porciones del genoma están asociadas con el desarrollo cerebral, lo que muestra que incluso estas variables autoinformadas están midiendo algo cognitivo. Lo más interesante es que los genes con función conocida se relacionan con el funcionamiento o desarrollo cerebral a nivel microscópico (por ejemplo, el funcionamiento de neurotransmisores, desarrollo de dendritas y axones). El puntaje poligénico de habilidad cuantitativa NO se correlaciona genéticamente con el tamaño cerebral general (aunque los puntajes poligénicos de IQ y de logro educativo sí lo hacen). Los puntajes poligénicos no solo miden algo importante en biología; también tienen implicaciones prácticas. Un puntaje poligénico más alto para la habilidad cuantitativa tiene una correlación genética positiva con trabajar como analista de software, matemático y físico, y una correlación genética negativa con trabajar como escritor, organizador de ONG/sindicatos o funcionario del gobierno. Este estudio proporciona pistas tentadoras sobre cómo los genes se traducen en comportamientos y resultados en el mundo real. Los genes son solo porciones de ADN. No piensan, y no tienen conciencia del mundo exterior. Estudios como este muestran cómo los genes pueden influir en rasgos cognitivos y resultados de vida: construyendo un cerebro que funcione mejor, que luego puede aprender y responder mejor al entorno.