Candace Owens ha dominado el arte de "Cara gano; cruz pierdes." Su plataforma es tan grande que la gente se siente obligada a responder a sus mentiras y difamaciones para aclarar las cosas y limpiar sus nombres. Pero en el momento en que responden, ella escala la situación, haciendo que la controversia se sienta real y atrayendo aún más atención. Si sus objetivos permanecen en silencio, ella lo enmarca como una admisión implícita de culpabilidad y prueba, según su relato, de que deben tener algo que ocultar. Ese silencio también la empodera para inventar nuevas mentiras e intensificar la difamación, sabiendo que o bien quedará sin respuesta (lo que implica nuevamente culpabilidad) o finalmente provocará una respuesta (que podrá convertir en más conflicto y atención). El ciclo es casi imposible de romper. Un esfuerzo masivo y coordinado para ignorarla podría funcionar en teoría, pero en la práctica nunca sucederá. La gente siempre se sentirá obligada a defenderse, y las masas son imposibles de coordinar. Eso deja las demandas como la única opción, pero incluso entonces, ella las convertirá en más atención al retratar la acción legal como prueba de que es una valiente defensora de la verdad que el establecimiento está desesperado por silenciar. Para que el litigio sea efectivo, los juicios por difamación tendrían que costarle MUCHO más que la atención y los ingresos que generan sus tácticas. De lo contrario, simplemente tratará las multas como un gasto comercial normal y seguirá repitiendo el ciclo. Pero dado que los casos de difamación son notoriamente difíciles de ganar en los Estados Unidos, pocos intentarán hacerlo, y aún menos tendrán éxito. De todos modos, ese es su asqueroso modelo de negocio.