Los argumentos del "Gran Hombre de la Historia" a menudo oscurecen los procesos físicos más fundamentales que realmente determinan los resultados que vemos. La forma física de los rascacielos, por ejemplo, es menos el resultado de algún genio arquitectónico y más el resultado de un proceso de optimización específico. Esta optimización se rige por restricciones estrictas como los tamaños de los lotes y las normas de zonificación, y la función objetivo es la maximización de beneficios. En 1900, la razón por la que había 10 veces más rascacielos en Nueva York que en Chicago era que Nueva York tenía políticas de construcción más laissez-faire, mientras que Chicago imponía estrictos límites legales de altura. La geometría de los terrenos y la geología del suelo también determinan fuertemente la forma que toman los rascacielos. Críticamente, las mejoras tecnológicas han sido los principales determinantes de las formas de los edificios a lo largo de los años. Antes de la iluminación fluorescente y el aire acondicionado, el espacio alquilable tenía que ser poco profundo y soleado. Los ascensores y la tecnología del acero también han limitado históricamente las alturas de los edificios. Curiosamente, el proyecto del Empire State Building comenzó como una hoja de cálculo, no como el boceto creativo de un genio arquitectónico solitario. Si bien los argumentos económicos y tecnológicos son más aburridos que las historias mitologizadas de los Grandes Fundadores, en la práctica, creo que son los verdaderos determinantes poco discutidos de la forma de la mayoría de lo que vemos a nuestro alrededor.