Lo que puede parecer uno de los movimientos más ilógicos para muchos me parece muy convincente en el entorno macroeconómico actual. El objetivo no es ser contrario por sí mismo, sino perseguir una tesis que sea fundamentalmente sólida y ampliamente subpropiada. Eso, para mí, define a los mercados emergentes de hoy. Además del aumento de los precios de las materias primas, dos fuerzas clave impulsan estas economías: un dólar más débil y rendimientos estadounidenses conprimidos. En mi opinión, ambos parecen probables por delante, dada la magnitud de la carga de la deuda y los déficits estructurales gemelos a los que nos enfrentamos ahora.
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