Las personas que son buenas en juegos como el Go o el ajedrez disfrutan de estos juegos porque los participantes tienen información completa y real, y las reglas son claras y no controvertidas. Por lo tanto, pueden confiar completamente en la lógica rigurosa y el cálculo para ganar. La diferencia con los juegos de la vida es que nadie tiene información completa y correcta; la percepción de la realidad de cada uno es inexacta, y el grado de inexactitud puede variar enormemente. Además, las reglas del juego en sí son vagas y evolucionan constantemente en la competencia grupal. Cuando un gran número de individuos con diferentes percepciones y capacidades de información compiten entre sí, puede surgir espontáneamente un tipo de retroalimentación positiva que amplifica ciertas tendencias (que pueden parecer absurdas para los individuos) y las lleva a extremos, hasta que se encuentran con las restricciones físicas del mundo real, momento en el cual podrían revertirse. Ser capaz de darse cuenta de que "los grupos con información incompleta a menudo tienen patrones de comportamiento obstinados y absurdos" y que "las reglas del juego en sí son vagas y están en constante evolución" ya es un gran avance cognitivo, ya que esto evita que uno se aferre rígidamente a reglas y experiencias que han sido desechadas por la realidad, y permite centrar la atención en la dirección de la evolución de las reglas del juego en el futuro, planificando con anticipación y esperando a que las cosas se resuelvan.