Entré en el trading en un momento muy oportuno. Era una época en la que ser un oso permanente estaba de moda. Estábamos al final del ciclo 2007–2011. Zero Hedge estaba ganando una enorme popularidad, era lo que leían los chicos cool, y los veteranos curtidos que habían operado durante 2001, 2008, 2009 y 2010 tenían grabado en sus mentes que las cosas malas sucedían a menudo. El problema era que muchos de esos mismos traders se paralizaban a la hora de evaluar el riesgo y la recompensa. Sus opiniones estaban ancladas a la idea de una recesión de doble caída y a narrativas macroeconómicas sobre por qué las acciones de la Fed estaban equivocadas. Durante años, traders que alguna vez fueron estrellas se convirtieron en algunos de los peores performers. Para 2015–2016, las empresas comenzaron a despedirlos rápidamente debido a su incapacidad para adaptarse al entorno actual. Cualquiera en el negocio del trading que lea esto probablemente pueda pensar en al menos un veterano que conoce personalmente y que pasó por esto. Le sucedió a una parte considerable de esa generación. Hoy, veo muchas similitudes. No faltan problemas con la economía y la administración, pero si dejas que esos problemas influyan en tu toma de decisiones, terminarás paralizado, incapaz de asumir riesgos o de ver la realidad justo frente a ti. Al final del día, el precio es lo único que te paga. Nada más, nada menos. Tan simple, pero desafiante para muchos de entender.