Juzgamos a las personas demasiado por sus opiniones pasajeras—y muy poco por sus acciones consistentes. Cualquiera que conozcas es probable que tenga algunas opiniones que no te gusten. Nadie es tan malo como su peor idea, y ninguna creencia está grabada en piedra. La verdadera prueba de carácter es cómo las personas tratan a los demás.