Este es un problema donde la aversión instintiva del hombre común hacia la tontería pretenciosa tenía un 100 por ciento de razón, el instinto del mediático de reprender y reprobar al hombre común en busca de algún término medio dorado de civilidad y proporcionalidad estaba completamente equivocado, y solo aquellos con un sentido de soberanía intelectual pudieron rechazar el consenso impuesto de los mediáticos y confirmar los sanos instintos del hombre común.