La Declaración de Independencia dice que "todos los hombres son creados iguales" y dotados de derechos por nuestro Creador. La identidad americana se basa en ese fundamento. Siempre ha estado ligada a un credo de libertad, autogobierno y justicia igualitaria — no a la ascendencia o etnicidad. Eso no significa que debamos tener fronteras abiertas, invitando a lo peor del mundo a destruirnos desde dentro. Esa política ha demostrado ser desastrosa. Pero sí significa que América tendrá una postura acogedora hacia las personas que quieren vivir bajo nuestra Constitución porque afirman sus principios. No tienes que ser descendiente de colonos o inmigrantes de un cierto origen europeo. No tienes que tener generaciones de familia aquí. Lo que importa es si abrazas la idea americana — que la libertad es un don de Dios, que el gobierno existe para protegerla, y que los ciudadanos tienen la responsabilidad de preservarla. Los "americanos de herencia" etno-nacionalistas que rechazan esto son menos americanos que los inmigrantes recientes que lo abrazan.