Si los políticos argentinos hubieran atendido las advertencias de Friedrich Hayek décadas atrás, hoy el país podría haberse consolidado como una potencia económica. En cambio, optaron por seguir las recetas de John Maynard Keynes, cuyas teorías han servido, en la práctica, como justificación técnica para el intervencionismo estatal, el déficit fiscal crónico y la manipulación monetaria. No es casualidad que sea el economista predilecto de la casta política, sus postulados ofrecen una coartada académica para el saqueo institucionalizado y la expansión del poder estatal en detrimento de las libertades individuales.