Obviamente. Europa está enamorada de hablar de ventajas que se niegan a explotar, mientras que un dictador como Putin entiende que lo que importa es la voluntad de usar la fuerza. Es un jugador de póquer, un fanfarrón, y no importa cuán buenas sean tus cartas si sigues retirándote.
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"Europa debe animarse y reconocer su propia fuerza. Su presupuesto militar ya es cuatro veces mayor que el de Rusia; su economía es diez veces más grande. Lejos de rehuir una competencia financiera con el Kremlin, Europa debería abrazarla y ganar la guerra".