Si la despreocupación que va y viene es la libertad que deseas, preferiría volver a vivir solo. Si la fealdad que sube y baja es tu excusa, preferiría nunca haber abierto una posición. Al final, ¿quién tiene razón y quién se equivoca? Ya no quiero intentar comprar en el fondo. Cuanto más me importa alguien, menos puedo entenderlo.