La "globalización de la indiferencia" sobre la que advirtió ahora el Papa Francisco parece haberse convertido en una globalización de la impotencia. Frente a la injusticia y al sufrimiento inocente, somos más conscientes, pero corremos el riesgo de no hacer nada, abrumados por un sentimiento de impotencia. Sin embargo, la historia es salvada por los humildes, los justos y los mártires, en quienes brilla la bondad y la humanidad perdura y renace.