El aumento del mercado impulsado por la IA genera dos historias plausibles: 1) Una auténtica revolución de productividad que eleva los niveles de vida; 2) Un clásico exceso de entusiasmo que termina como en 2000. Seguramente la postura correcta no es la certeza; es la humildad, la diversificación y una mirada a largo plazo.