La medicina moderna puede realizar trasplantes de órganos y delicadas cirugías cerebrales, sin embargo, sigue siendo impotente para restaurar el simple movimiento de flexión en mi pulgar, que tuvo los tendones seccionados en un accidente de adolescencia. Es un recordatorio diario para mí de que el diseño magistral de Dios del cuerpo humano supera con creces nuestras capacidades tecnológicas y nuestra arrogancia. Nuestras manos son prueba del diseño inteligente del Creador.