No hace mucho tiempo tuve una conversación real con Charlie Kirk. No coincidimos en todo, pero él escuchó, desafió y lo respeté por su disposición a participar en el diálogo. Ahora no puedo dejar de pensar en su esposa, sus hijos, su familia destrozada de la noche a la mañana. Sobre los estudiantes que nunca podrán olvidar lo que sucedió ayer. Estamos viendo cómo el odio radicaliza a los jóvenes justo frente a nosotros. Si no luchamos contra ello de manera directa, más familias se romperán como la suya.