Mis padres nunca fueron expertos en inversiones. Mi padre nunca compró una acción en su vida. Nunca compró bienes raíces como inversión. Y probablemente pensaría que el S&P500 es el nombre de una computadora de Microsoft. Cada dólar que mis padres ahorraron, lo usaron para plantar nuevos manzanos en una pequeña casa de campo que compraron hace 20 años. Hoy, tenemos más manzanas de las que sabemos qué hacer. Un poco más de 200 árboles. Y, por supuesto, mi padre nunca pensó en hacer un negocio de ello... Así que lo que terminan haciendo cada año es recoger la cosecha y regalar cajas de manzanas a amigos y familiares. Ayer, mi mamá estaba de visita aquí en Dubái durante un tránsito de 12 horas. Me había dicho el día anterior que acabábamos de recoger nuestra primera cosecha de manzanas, así que le dije que intentara llevarse una manzana a escondidas a través de la aduana. Al final llegó con una bolsa llena de manzanas recién cosechadas que voló desde Líbano a Dubái. Vi esta generosa bolsa que llevaba en la mano y pensé, si lo que mis padres construyeron no es riqueza, entonces no sé qué es. Aunque mi padre puede no saber nada sobre inversiones y multiplicar su dinero, estoy aprendiendo a darme cuenta de que, de hecho, han encontrado riqueza. Desbloquearon la capacidad de dar abundantemente sin esperar recibir nada a cambio de su círculo social. Y esto aquí es la forma más pura de riqueza. No está en lo que guardas, está en lo que puedes dar sin esperar nada a cambio.