Fue muy triste escuchar que Bob Aliber falleció a principios de este verano. Su manera relajada, su sentido del humor y su profundo conocimiento de la historia financiera y la economía internacional lo convertían en una persona maravillosa con la que hablar. Lo veía siempre que visitaba Pekín, e incluso vino a mi clase y deleitó a mis muy afortunados estudiantes. Su pareja, Jackie Winter, me envió fotos de la última vez que estuvo en mi casa.
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