Los estados fallidos parecen haber descubierto el último negocio secundario: arrestar a un cripto hermano con bolsas por cargos completamente absurdos. Cuanto más mezquinos, mejor. Luego lo mantienen atrapado en sus tribunales durante años mientras los honorarios legales fluyen como airdrops, ordeñándolo lentamente hasta dejarlo seco con juicios fraudulentos.
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