La inteligencia siempre ha evolucionado a través de la selección, donde la competencia es el principal motor. Los agentes de alto rendimiento ganan capital e influencia, mientras que aquellos que tienen un rendimiento inferior naturalmente pierden terreno. La red refuerza las estrategias probadas y gradualmente deja de lado lo que no funciona, permitiendo que la inteligencia y el valor se acumulen donde son más efectivos. Con el tiempo, el capital, la gobernanza y el rendimiento convergen en un sistema de incentivos coordinado que refuerza lo que funciona y elimina lo que no.